Si puede plante un huerto.
Una de las consignas básicas del decrecimiento es la gestión de alimentos de calidad para ello hay que intentar cultivar si es posible nuestra propia huerta familiar.
Si no se puede hay que intentar:
Consumir productos locales lo más directamente posible de los productores y si no es posible a través de cooperativas de consumidores. Que la producción se situé cerca del consumidor. Evitar los kilométricos viajes de las mercancías.
Evitar los transgénicos cuyas semillas están patentadas además de sus peligrosos efectos.
Evitar lo radiado, los aditivos y los insectos cuidadosamente.
Potenciar el comercio justo.
En este texto, Rafael Gómez ingeniero informático de Sevilla, nos habla de la huerta basándose en su propia experiencia.
La calidad de los alimentos que comemos hoy en día es peor de lo que sabemos. Pesticidas, nitratos, fungicidas, herbicidas. Toda una batería de armas biológicas que se emplean actualmente en la agricultura convencional e intensiva no para obtener un producto de calidad, sino para conseguir el mayor beneficio a corto plazo y con un coste menor cada vez.
Aunque la propaganda nos asegure que los restos de esos productos químicos deben llegar al consumidor final en cantidades inocuas, algunos estudios recientes correlacionan ciertas enfermedades modernas con la baja calidad y exceso de toxinas de los alimentos que se consumen diariamente.
Estabilizantes, potenciadores del sabor, restos de fitosanitarios, nitratos, agua clorada, fluorada o con litio, a esto añadimos la pésima calidad del aire que se respira en la mayoría de las ciudades por contaminacion junto a fatales hábitos de vida promovidos por la propaganda.
Apenas podemos elegir la calidad con que nos alimentamos y damos de comer a nuestros hijos, al menos a un precio razonable; sin embargo, si nos lo proponemos, podemos abrir una pequeña brecha en toda esta dinámica de consumo de alimentos pésimos producidos además de una manera nada sostenible.
Si al hacerlo, además, encontramos una actividad absolutamente placentera con la que poder reconciliarnos con la misma naturaleza y sus ciclos vitales, al aire libre y con la que también nos ahorraremos dinero y hasta se puede convertir en un verdadero acto reivindicativo contra la locura de la alimentación actual, ¿qué más se puede pedir?.
Estoy hablando de algo tan sencillo y olvidado como es el huerto familiar ecológico.